El modo 
más común de ingerirla es por vía oral. Cuando se presenta en forma de 
píldoras, su absorción es más rápida y completa si ésta se coloca debajo
 de la lengua; en el caso de las cápsulas, regularmente se disuelven en 
jugos o aguas de frutas. Un modo alternativo de tomarla es a través de 
la aspiración, en cuyo caso produce un efecto más inmediato aunque su 
duración se reduce. Los efectos comienzan a notarse entre los 20 y los 
60 minutos posteriores a la ingestión, su acción máxima se presenta 
entre una y dos horas después; tras lo cual disminuye progresivamente 
hasta desaparecer entre las cuatro y las seis horas. Al llegar al 
cerebro, la MDMA provoca la liberación de dopamina y noradrenalina. 
Estimula el Sistema Nervioso Central provocando alteraciones en la 
esfera emocional.Sus efectos:
Fisicamente: 
Energía, alta sensibilidad y reducción de la ansiedad al contacto 
físico, mayor tolerancia a la fatiga, taquicardia, arritmia e 
hipertensión, pérdida del apetito, sequedad de boca, sudoración, gran 
dilatación de las pupilas, pérdida de control de los músculos de uno u 
ambos ojos, deshidratación, hipertermia, sobrestimulación (aumento del 
estado de alerta, insomnio). En altas dosis produce náuseas, vómitos, 
temblores, hiperactividad motora, escalofríos y deshidratación severa; 
pueden experimentarse problemas cardiacos o una insuficiencia renal 
aguda, que podrían provocar la muerte.Psicológicamente: Ansiedad, irritabilidad, sensación de euforia, estado de placer, sensación de empatía con los demás, locuacidad, omnipotencia. Dosis elevadas pueden producir ansiedad, pánico, confusión, insomnio, sicosis y fuertes alucinaciones visuales o auditivas.
Cuando estas sensaciones decaen, sobreviene agotamiento, fatiga, inquietud y depresión, estados que pueden durar varios días.
Dado el alto número de personas que se supone ha empleado éxtasis en las últimas décadas, esta droga puede provocar abuso y dependencia.
Altas dosis pueden causar agitación, convulsiones, deshidratación, vómitos y alucinaciones.
El éxtasis afecta la producción interna del neurotransmisor serotonina, uno de los mecanismos a través de los cuales se regula la temperatura corporal, por lo cual, cuando los efectos del éxtasis son combinados con una actividad física como el baile, el usuario puede experimentar un descontrol de la temperatura corporal y sufrir lo que se conoce con el nombre de "golpe de calor" y deshidratarse.
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